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Arquitectura pública clásica, como modelo inspiración.


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-Tras horas en una tediosa fila, me pongo a observar a mi alrededor. Donde miro, solo veo cableados, muros pintados manchados, columnas, letreros y cajas de atención. Nada fuera de lo común en estos edificios públicos. ¿Pero acaso las actividades periódicas como pagar la luz, el agua, hacer una denuncia, viajar en avión, bus o sacar una ficha para atención médica, siempre tienen que resultar en una experiencia monótona y predecible?

Todas y cada una de las salas son iguales, sin espacios verdes o trascendentes, parece que lo único que cambia son sus frontis. ¡Vaya experiencia!


…En algún punto algo salió terriblemente mal!


Identidad, trascendía, calidad, experiencia, son algunos conceptos que se han ido perdiendo en nuestra arquitectura pública en general. Hecho que es fácilmente observable, si somos capaces de analizar detenidamente diferentes edificios que se han construido en los últimos 15 años. Si bien tienen finalidades diferentes, parecen concebidos bajo la misma premisa política o concepto en molde.

Pasillos largos y oscuros, flanqueados por infinidad de puertas oficinas y columnas que van acompañando el recorrido. Con suerte algunas poseen ventanas que dejan entrar la luz o generalmente están cubiertas con papeles amarillentos pegados, a modo de brisoleis o celosías ordinarias. Los muros deben estar siempre pintados, porque se debe esconder a toda costa el sistema constructivo, y mejor si están revestidos con cerámicas marrones, beis o colores cafés… ¡vaya que está de moda la cerámica café!

De hecho, como lo monótono es su fuerte, tienen que maquillarse con colores estridentes para parecer interesantes.


Este hecho, talvez ocurre porque los proyectos públicos actuales carecen de un concepto claro, idea que fortalece, enfoca y nutre al proyecto en todos sus ramales y premisas.

Y no hablo de un hecho menor, o simple idea fuerza, habló de un estudio crítico sobre las aristas más complejas de cada proyecto, para desarrollar la personalidad de un proyecto hecho con pasión.

Talvez el punto más débil de la arquitectura pública, es ser concebida por la mediocridad y el capricho arquitectónico, que resulta en proyectos de gran tamaño, pero de carácter banal o repetitivo, para una sociedad básica.

Es decir, si un edificio es de uso policial debe ser verde? O si es de ELAPAS, debe ser azul? ¿O una biblioteca tener forma de libro?, parece que para la gran mayoría de la sociedad esto es así.

Bueno no es de sorprenderse cuando una tienda de tornillos se llama “El Tornillin”


“El efecto acumulativo de la arquitectura durante los últimos dos siglos ha sido algo así como una lobotomía general practicada a la sociedad en su conjunto, arrasando enormes áreas de la experiencia social. Cada vez se emplea más como medida preventiva; un organis­mo para la paz, la seguridad y la segregación que, por su propia natu­raleza, limita el horizonte de la experiencia-reduciendo la transmisión de sonido, diferenciando los patrones de movimiento, suprimiendo los olores, frenando el vandalismo, reduciendo la acumulación de suciedad, impidiendo la propagación de enfermedades, ocultando las vergüenzas, encerrando la indecencia y aboliendo lo innecesario, reduciendo deliberadamente la vida cotidiana a un teatro de sombras privado.”

Robin Evans, Figuras Puertas y Pasillos (1978)


Podríamos decir que nuestros profesionales y nuestra sociedad, no es culpable o totalmente consiente de estos males que se ven reflejados en la arquitectura pública. La sociedad del espectáculo o el consumo nos han llevado a este panorama. Sin embargo, existe otro lado de la arquitectura, aquella que se preocupa por la crítica arquitectónica como herramienta para desarrollar conceptos más integrales para los proyectos arquitectónicos.

Un ejemplo interesante por retomar en nuestra ciudad, son los proyectos clásicos de arquitectura pública, los cuales, a parte de su estética, o sistema constructivo poseían valores como: identidad, calidad y trascendencia. Estos proyectos son capaces de conmover o transmitir valores que los proyectos actuales han perdido. Los edificios clásicos de gestión, salud, policial, etc. son incapaces de dejarte ajeno.

Pero, el objeto no es replicar arquitectura de hace 100 o 200 años, más bien debería ser un ejemplo para inspirar a una sociedad crítica de sus procesos públicos y con un alto nivel de calidad e integración.


“Pero, al otro lado de esta definición, sin duda hay otro tipo de arquitectura que buscaría dar rienda suelta a las cosas que tan cuidadosamente se han enmascarado con su anti-tipo; una arquitec­tura que surja de la profunda fascinación que arrastra a la gente hacia los demás; una arquitectura que reconoce la pasión, la carnalidad y la sociabilidad. La matriz de habitaciones comunicantes bien podría ser un rasgo esencial de dichos edificios.”

Robin Evans, Figuras Puertas y Pasillos (1978)

 
 
 

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