top of page
Buscar

CIUDAD MANSARDA

Actualizado: 14 sept 2022


ree

Cuando hablamos de patrimonio me encuentro insegura por la poca teoría e historia

que sé de ésta para atacarla o defenderla.

Sin embargo, puedo estar segura de que cuento con un sentido agudo de observación

y, últimamente, puedo ver cómo siguen aumentando las cubiertas en mansarda, ¿Algún fenómeno estará pasando?, ¿Alguna moda o estilo del que no me habría percatado antes? Sí que la hay. Este pequeño artificio, como lo llamaré a partir de ahora, se ha hecho algo conocido por permitir que el propietario pueda obtener mayor superficie construida pero contabilizada al 50%, teniendo solo que cumplir el requisito de que esa superficie se habitara en entretecho. Hasta aquí todo bien, sin embargo, en nuestra ciudad nos dimos modos e ideamos que, bajo esta lógica, podríamos meter no solo un piso, sino dos, tres o en algunos casos hasta cuatro pisos bajo un revestimiento o estructura cualquiera que simule ser una cubierta, que no aporte función y mucho menos estética. Sin ponerle nombre, esto sólo viene a ser consecuencia de una necesidad del propietario para poder optimizar la superficie del terreno. No era difícil imaginar que esto podría pasar y evidenciar que está pasando. Sin embargo, estos proyectos son de conocimiento de nuestras gobernanzas y, es más, aprobados bajo estas normas o flexibilizaciones, basada en una normativa escrita en piedra.

¿A qué costo? ¿Realmente estamos dispuestos a seguir haciendo esta distorsión de la arquitectura con tal de encajarla en una normativa? Sobre todo, las instituciones reguladoras siguen estando dispuestas a permitir esto; ¿Con tal de no regular ni actualizar las normativas vigentes? ¿Con escudo y fachada de preservación del patrimonio histórico?

Tengo claro que, en el caso de Sucre va más allá de conservar fachadas; hablamos de identidad y ésta, en cualquier caso, debe ser potenciada y gestionada. No obstante, frente a lo descrito, aún me quedan dudas respecto a la forma en que lo seguimos haciendo.

Estos (varios) cambios, intervenciones, estas nuevas demandas y necesidades de la gente que habita, esta necesidad de expansión y reformulación de la ocupación de suelo o nuevas designaciones de comercio en sus edificios, llaman mi atención, ya que

éstos no son el mayor problema. El problema está en que, el centro histórico es el único centro de actividades culturales que llama a estas expansiones, la necesidad de atender una demanda de comercio, esparcimiento, cultura, ubicación de instituciones públicas y privadas. Conforman un bucle de negación en el que nos encontramos al no darnos cuenta de esta dependencia y retroalimentación de fenómenos que consideramos “políticas de conservación” que deterioran aún más nuestro patrimonio.

Dicho esto, podríamos percatarnos de un indicador para darnos cuenta de que el problema no radica en que la gente no aprecie el patrimonio por encima de su adaptación a un mundo globalizado. Es decir, entendemos que hay gestiones, políticas e incentivos a la conservación del patrimonio, sin embargo, ¿Estas son realmente las soluciones para el problema de fondo? Pensamos en gestionar el patrimonio desde políticas e inversiones que sigan beneficiando el “patrimonio” pero sin redistribuir esos recursos que, podrían ayudar a gestionar de forma participativa nuevos centros en la ciudad, empleando nuevos lineamientos acorde a una planificación urbana que visibilice los barrios y distritos con nuevos asentamientos que, dicho sea de paso, pueden albergar estas nuevas actividades y gestionar el patrimonio a través de gestionar primero las necesidades reales. No podemos deshacernos de ellas, aun así, ¿Seguimos ignorándolas?

Entonces, si hablamos de gestionar patrimonio, ¿Acaso no hablamos también de

repensar y redistribuir recursos que van hacia este distrito o al menos equilibrarlos?,

¿acaso no hablamos propiamente de planificación urbana?

 
 
 

Comments


bottom of page