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¿Cuándo será patrimonio?


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Es una pregunta simple, pero bastante poderosa para empezar cuando hablamos de patrimonio, porque es una pregunta que no solemos hacernos.

¿Cuándo un edificio se hace patrimonio humano?

Inicialmente hay que quitarnos de la mente la parte de la temporalidad, porque tanto pueden ser patrimonio edificios de hace 500 años o edificios con menos de 100 años, porque si bien Santa Sofía es patrimonio de la humanidad, igualmente lo es la Casa de la cascada de Frank Lloyd Wright, a la cual se le dio este nombramiento el año 2019.

De esta forma no podemos decir que es patrimonio solamente aquello que tenga cierta cantidad de años existiendo, no existe un número clave de años para ser considerado patrimonio cultural, ya sea de un país o de la humanidad.

Entonces, una vez quitado de la mente ese punto argumental, ¿que dará el apelativo de patrimonio cultural?

Un buen punto de partida, donde podemos basarnos buscando esta respuesta podrían ser:

· Las normas de la UNESCO para designar un edifico como patrimonio de la humanidad

Es así que la UNESCO define que, como patrimonio en cuanto a edificios, se considera:

“I) los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; ii) los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; iii) los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.” (UNESCO, 2022)

Como podemos observar la UNESCO se basa mucho en la universalidad para la humanidad o ciudad de los valores culturales de un edificio, debiendo reconocerse por la institución este valor que se le debe dar para que sea patrimonio.

Estos edificios son seleccionados en listas patrimoniales seleccionadas en cada país que después serán revisadas y escogidas por la institución.

Claro que la UNESCO no es la única institución que tiene la potestad de definir lo que es para cada sociedad el patrimonio, pero nos muestra por donde se dirige el kit de la cuestión, en el valor cultural del edificio, obra, estructura, construcción o conjunto de estos elementos.

Ahora bien, es cierto que todas las piezas tienen un valor cultural, en mayor o menor medida, pues son el desarrollo de un proceso de pensamiento humano, pero no por eso cada elemento que construya el ser humano es considerado patrimonio, ya sea algo muy nuevo o muy viejo, debe tener un valor más universal en sus características de evaluación cultural para pertenecer a ese selecto grupo.

Es así que tiene que tener un valor cultural notable la arquitectura patrimonial, y si tiene que tener este valor, debe ser para alguien, y ese alguien por fuerza es la sociedad a la cual le pertenece ese bien cultural.

Leland M. Roth en su libro “entender la arquitectura, sus elementos, historia y significado”, más concretamente en el capítulo 8 “Arquitectura, memoria y economía” (Roth, 2000), aborda el tema del patrimonio como parte de nuestra memoria histórica acompañado en su accionar con la cuestión económica de la manutención del edificio en el tiempo, pues con el avance de los años en muchas épocas de la historia se han destruido edificios muy valorables en cuanto arquitectura europea, como también importante arquitectura latinoamericana (véase las obras españolas que usaron piezas de templos pre colombinos o iglesias construidas sobre otras más antiguas).

En este punto Roth hace notar que “De la misma manera que no se puede entender el pasado en toda su integridad sin tener en cuenta los edificios que están construidos alrededor de la arquitectura … es preciso que contemplemos nuestro entorno edificado como un conjunto de partes recíprocamente vinculadas entre sí” (Roth, 2000), tomando la separación que hace el autor británico Jonh Ruskin sobre edificio y arquitectura en su libro “Las 7 Lámparas de la arquitectura” (1849), en esta frase podemos entender el valor de los edificios en conjunto cuando estos se encuentran acordes a un edificio de mayor valor cultural, como casas alrededor de una catedral o elementos parecidos.

Reconociendo este valor, este autor se pregunta cómo pueden sobrevivir al avance de las necesidades y al valor económico necesario para mantener esta imagen tan antigua, pues los costos siempre son elevados, sin importar el país de origen, aquí Roth rescata una cita de Jonh Kenneth Galbraith “El rédito de un edificio público no se mide meramente por la función que cumple. Es el goce global que produce a la comunidad. Según esto, un edificio puede ser muy caro, pero, a la vez, una autentica ganga, por el placer que proporciona...” (Roth, 2000).

Con estas palabras se suman más argumentos al momento de reconocer algo como patrimonial, pues no solo es una cuestión cultural, sino también el placer que produce el mismo edificio con su sola presencia y su valor en un contexto histórico, referido a un periodo del país o la humanidad.

Lastimosamente, aunque estos argumentos pueden parecer determinantes, en si no lo son realmente, porque esta calificación es realmente muy subjetiva, ya que, si nos vamos a un ejemplo más concreto, determinada vivienda, que no se encuentra rodeada de otras viviendas ya históricas, que no tiene una conexión con su sociedad y que no presenta nada rescatable a nivel técnico y estilístico, ni como construcción ni como pieza arquitectónica, ¿Cómo va a sobrevivir a que se destruya, abandone o cambie por otro elemento?

En otras palabras, lo que trato de decir es que, si se busca salvar un edificio patrimonial, este debe tener un valor para la sociedad que lo habita, o estar relacionado con otro con un valor indudable para dicha sociedad, sino este elemento no tiene nada que lo pueda considerar patrimonial y está destinado a cambiar.

Ahora como especialistas en el tema arquitectónico podemos decir “pero este edifico para un especialista tiene un valor, este muro de adobe es de un valor incalculable” muy bien le doy la razón, que ese edificio puede tener un valor para el que lo defiende, pero, al no ser un valor muy amplio y reconocible, no llega a ser cultural, placentero o históricamente valioso para la gente que lo habita, y si no se llega a esta gente los edificios antiguos se vuelven más que en un goce visual e histórico, en un estorbo para todos.

En nuestra ciudad, llena de edificios históricos de todo tipo, esta desconexión con estos edificios antiguos que no han trascendido en la sociedad (a los que no introduciré en la categoría de patrimonio con el fin de mostrar la indiferencia a la cual los pobres están sometidos), desencadena un tira y afloja constante, donde los edificios se transforman, se destruyen, se abandonan o se dejan caer, creando un cambio inevitable y natural, pues los años de vida que tienen no le dan el valor patrimonial, al menos no para todos.

No digo que haya que dejar morir a estos edificios, pero señalo que el hecho de que sean antiguos, no será un justificativo para su supervivencia, tampoco el hecho de mantenerlos en un conjunto más grande, pues este conjunto abarca tantos edificios icónicos de la ciudad que muchos otros más alejados o de menor escala se quedan chicos para esta concepción de patrimonio.

Y para colmo, muchas veces cuando se logran intentos de reconexión, cuando se busca dar una segunda vida a la casa con reformas necesarias para su subsistencia, muchas veces estas son tachadas de “teatralidad patrimonial” o “rotura con la tradición”, negando así ese intento de obtener valor del edificio, aunque sea con fines turísticos.

La única forma de preservar nuestro patrimonio es volviéndolo justamente eso, patrimonio, dándole un valor especial para la sociedad, buscando que la gente reconecte con los edificios, recuperando así su valor social y cultural, pero ojo tenemos que tener en cuenta, que para esto muchas veces deberemos negociar y ceder, porque cualquier concepción de patrimonio si bien puede ser guiada por los profesionales a cargo, sino está avalada por la sociedad que crea cultura propia y valedera día a día, esta guía valdrá menos que la moneda nacional durante la devaluación de los años 80, ósea prácticamente nada, pese lo que pese esta realidad ya sea para edificios antiguos o para edificios nuevos, pues el tiempo no hará patrimonio, pero su valor cultural si lo hará.

Trabajos citados

Roth, L., 2000. Entender la Arquitectura, sus elementos, historia y significado. Segunda ed. Barcelona: Gustavo Gili.

UNESCO, 2022. PATRIMONIO. [En línea] Available at: https://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital-library/cdis/Patrimonio.pdf [Último acceso: 15 Junio 2022].

 
 
 

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