DISTRITO 2 / JUNTOS, PENSAMOS MEJOR.
- Mauricio Calvo Arancibia

- 24 may 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 14 sept 2022

Las observaciones fueron específicas, identificamos los lugares a observar según las actividades y dinámicas cotidianas que se desarrollaban (comerciales, de transporte, movilidad peatonal y roles de género).
El tiempo muchas veces no es necesario para abarcar todo el espacio, así que nos dividimos en grupos. Algunos decidieron quedarse en un equipamiento de comercio pronto a inaugurar y evidenciaron que, a pesar de eso, este ya empezaba a manifestar nuevos asentamientos de comercio informal alrededor. Entonces podemos entender que las dinámicas sociales y comerciales ya están determinadas y destinadas a ser debido a las necesidades que comparten estos asentamientos recientes. El dialogo, la conversación y el involucramiento con las personas que lo habitan, serian determinantes para empezar a plantear soluciones desde el urbanismo y la arquitectura.
Para esto, fue muy bueno cuestionar el proceso de distribución y organización del uso de suelo. Así, comprendemos que este no puede ser fijo e inamovible, sino que debe entenderse en el devenir de necesidades y dinámicas reales, determinados por las personas que lo habitan (esto nos da una pauta de por qué ningún suelo es igual que el otro), y en caso de plantear una guía esta debería ser inclusiva, ambientalista y animalista.
Por lo tanto, la idea fue pensar un rediseño del ancho de vía, redistribuir porcentajes de uso vehicular, comercial, peatonal y de esparcimiento. Con esto, no solo se pensaría en dar más espacio al uso comercial informal, sino que, se los organizaría dando más espacio de circulación al peatón local, quien suele ser perjudicado por estas actividades.
Por otra parte, se pensó en el transporte pesado que se encuentra en la avenida. Esto ocurre por estar cerca de una salida interdepartamental que, a su vez, genera oferta de servicios comerciales que atiendan sus necesidades desplegadas entre ferreterías, parqueos, gomerías y mecánicos. En este caso, por ejemplo, ampliar el camellón central, permitiría delimitar el uso comercial con espacios de estacionamiento momentáneo donde el transporte pueda consumir y abastecerse.
El siguiente grupo observo qué pasaba al final de esta avenida y resultado de esto encontraron dinámicas distintas. Se trataba de la parada final de transporte público, lo cual hacía que cada vez más, aparecían con mayor frecuencia otro tipo de asentamientos informales para las necesidades concretas de los transportistas, como ser: baños públicos, comida y población joven que ofrecía servicios mecánicos.
Asimismo, identificamos que, por ser el final de la vía, faltaba iluminación y visibilidad. Si tomamos en cuenta que, “en Latinoamérica, más del 50% de los usuarios de los sistemas de transporte público son mujeres” (BID, 2016), estos no están pensados ni diseñados de acuerdo a sus necesidades y perspectivas. A través de conocer su cotidianidad, se podría recolectar diferentes perspectivas desde los roles de género ya que, como mujeres, deben realizar diversas tareas haciendo uso del transporte público tal como llevar hijos al colegio, compras del hogar, volver a resolver tareas domésticas, recoger a sus hijos de la escuela, ir a trabajar y retornar, etc.
Entonces, ¿Cómo mejorar el espacio incluyendo perspectiva de género? La seguridad a usar el espacio, debía estar dentro del proceso.
¿Cómo facilitar el uso? Esta era un poco más compleja de resolver, ya que también dependía del sector privado de transporte y de las gobernanzas del sector público.
Es posible imaginar un espacio iluminado que atraiga actividades requeridas por el transporte y a la vez dar visibilidad y seguridad, haciendo de este un espacio concurrido donde se podría, además, generar conciencia en el sector privado de transporte para que ellos puedan aportar en la seguridad de uso del servicio, mientras estos esperen el cambio de sus turnos en un espacio inclusivo (estación - comedor).
Por último, dos grupos, analizaron la vivienda desde dos perspectivas diferentes. Por un lado, las viviendas cercanas a las vías principales y por otro, las viviendas más alejadas y que, además, se encuentran cerca de la fábrica de cemento. Estas viviendas, en su mayoría, eran viviendas productivas.
El primer grupo identificó rápidamente que, entre las actividades comerciales del eje central y las viviendas, no existían espacios intermedios de relacionamiento, espacios de organización, de descanso o juegos. También plantearon soluciones, la posibilidad de usar las calles, escalinatas o las quebradas como espacio público flexible de relacionamiento.
El segundo grupo percató el potencial de las viviendas productivas asentadas cerca del rio, sin embargo, la fábrica de cemento también está cerca. En este caso, los asentamientos informales corren un riesgo mayor, así que imaginaron cambiar el uso de suelo para estas viviendas, delimitar hasta dónde se podría construir, fomentar el crecimiento de los huertos para que estos funcionen de primera barrera seguida de una barrera de reforestación que contribuya a la recuperación del río, a mitigar la contaminación por la fábrica y a evitar que surjan nuevos asentamientos.
Imaginar un proceso integral, es el resultado de involucrar más personas en esto, ya que así podemos tener más visiones específicas de distintos contextos y ángulos. Por tanto, la suma de estas visiones podrá identificar mejor el problema de fondo y formulando soluciones equitativas e inclusivas.
Resulta que la suma de imaginarios, por ley de promedio, nos ayuda a llegar a respuestas más aproximadas y reales.
Juntos, pensamos mejor.






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