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En defensa de la iconoclasia feminista


Las paredes se limpian, las imillas no vuelven… leí esta frase en una pared de la calle Avaroa hace unos meses, hoy ya está tapada con pintura blanca.

Sucre, la ciudad blanca y pulcra, la ciudad lienzo, la ciudad patrimonio, es solo un conjunto de capas de pintura blanca que esconde una realidad incómoda que nadie quiere descubrir para no mancharse.

En un contexto caótico donde un muro viejo pintado con aerosol vale más que una vida es necesario iniciar diferenciando la iconoclasia del vandalismo.

La iconoclasia no se limita a ser un tipo de vandalismo, tiene orígenes mas profundos que debemos atrevernos a analizar para comprender su realización, un grafiti no es lo mismo que la iconoclasia ya que el propósito por el cual fue hecho cambia.

En términos simples la iconoclasia habla de unas secuencias de ira contenida e impotencia que venimos cargando muchas mujeres, es una manifestación de inconformidad del nivel social y político, es una exigencia, es una demanda, es un grito desesperado que busca visibilizar ante la sociedad un problema que elegimos no atender. Entonces, si la única forma en que me voltearás a ver y será material de discurso es dañando monumentos y provocando un daño en la propiedad pública, pues así lo hare, así se vuelve importante para ti.

Los monumentos están ahí porque dan una identidad a un lugar, pero es posible que la sociedad pueda resignificarlos, porque una identidad creada por monumentos y banderas es la identidad de un pueblo vacío que no cuenta las vidas reales. ¿que representa la catedral para ti?, ¿la iglesia?, ¿el estado?, ¿la colonia?, ¿el patrimonio?, o solo un lindo trozo de piedra, tierra y yeso. El significado de los monumentos cambia mientras cambia el contexto social.

Durante las manifestaciones feministas las mujeres buscamos distintas formas de exteriorizar el dolor y enojo por todas las mujeres, violencia no es pegarle a una pared o a un vidrio porque la pared y el vidrio no sienten, no lo haces porque odies al vidrio, lo haces porque al romperlo haces ruido y puedes ser escuchada. Y sí, el daño a la propiedad publica es un delito, pero un delito menor en la inmensa galería de legislaciones alrededor del mundo.

Entonces, la persecución se vuelve misógina cuando durante todo el año, el patrimonio está sujeto a ser manchado, orinado y dañado (en la entrada de la virgen, el carnaval o celebraciones de hinchas de futbol), pero cuando lo hace un grupo de mujeres activistas durante una manifestación, el estado toma cartas en el asunto demandando e iniciando un proceso más rápido que la investigación y aprehensión de cualquier feminicida.

Ver solo la pintura y no el mensaje es seguir con una ceguera voluntaria, elegir lo que te indigna y dar más valor a una roca vieja, en vez de centrar tu atención en el incremento del 33.9% de los casos de violencia sexual en 9 meses.

Para finalizar dejo esta cita de la María Galindo que creo engloba muy bien este manifiesto.

«¿Cuáles son las amenazas sobre nuestro trabajo? Es el fundamentalismo religioso y creo que todes estamos muy conscientes de eso, y la estrategia más importante de resistencia no es la discusión con les fundamentalistas, porque te lleva siempre a su terreno de odio y de reducción conceptual. Sí creo que podemos desplegar una estrategia masiva, simbólica de blasfemia, herejía e iconoclastía. Es urgente fortalecerla y hacerla tan visible como todas las catedrales y salones de oración que hay en nuestro continente. Es una ofensiva simbólica, gráfica y uno de los planos para lanzar esta lucha. No ir a discutir, sino generar otros imaginarios con respecto a la religión y al fundamentalismo. »


1 Crecen casos de violencia sexual en 34%. (s. f.). Correo del Sur. Recuperado 10 de octubre de 2022, de https://correodelsur.com/seguridad/20221005_crecen-casos-de-violencia-sexual-en-34.html

2 Tinta, R. la. (2019, 22 julio). A despatriarcar: diálogos con María Galindo – Parte 2. La tinta. Recuperado 11 de octubre de 2022, de https://latinta.com.ar/2019/07/a-despatriarcar-dialogos-con-maria-galindo-parte-2/

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