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En hierro, madera y piedra.


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Para el kiosco de la plaza, cada domingo

la función improvisada da inicio.

La estructura fría e inmóvil se llena de vida ajena,

acogiendo entre balaustres y barandales

gentiles pláticas, risas y secretos.

Las retorcidas maderas, son las butacas perfectas

para el espectáculo que la plaza dicta,

desfiles, bandas, cuetes y platillos,

resuenan bajo el domo rojizo del palco popular,

que no cobra o discrimina.

Mientras que el basamento tenaz pero mudo,

es testigo de incontables historias.

Pero celoso, solo dejas entrever

marcas y cicatrices indescifrables,

que recuerdan tu técnica más pura.

Al final, hierro, madera y piedra fuiste,

mas teatro, castillo y refugio serás. lugar de reposo y combate

en tierra de libertad.



“Sucre, 6 de agosto. J.M.”

 
 
 

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