ESPEJISMO
- Mauricio Calvo Arancibia

- 12 ago 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2022

Es una locura la capacidad que tenemos de destruir el único elemento que genera movimiento económico en la ciudad, la centralización de Sucre, implica una población que no puede ver más allá de la plaza y por ende pensar que Sucre es una ciudad pequeña, mas, al contrario, tenemos una ciudad extensa, amplia y en crecimiento acelerado, casi imparable que agranda una brecha día a día, una brecha ligada a los servicios a los que pueden acceder o no los ciudadanos.
Los edificios antiguos no son el problema, el problema es el pensamiento tatuado en el imaginario colectivo, como si el damero y su funcionamiento estaría insertado en nuestro ADN y no pudiésemos concebir una ciudad que no esté ligada a 5 cuadras alrededor de la plaza.
Lo gracioso de esto, es que, en nombre de defender el patrimonio, lo estamos destruyendo, al usarlo desmedidamente, subdividirlo y machacarlo, tan lentamente que parece que disfrutaríamos hacerlo.
Somos tan ciegos que seguimos contra viento y marea tratando de rescatarlo, invirtiendo y refaccionando, jactándonos de lo hermosa que es la ciudad, claro, hasta donde la vista alcanza, si nuestra ventana está en el distrito 1, pero, ¿qué pasa si vamos más lejos?, el estado de la ciudad cambia, el espejismo desaparece y notamos que no existen siquiera intenciones de analizar el problema de raíz, otorgar condiciones y servicios a otras zonas de la ciudad, educación, cultura, recreación, áreas verdes, etc. Como si al cruzar un límite la ciudad se negó a crecer y la población no pudo parar, la falta de visión nos condena a vivir en una burbuja, que nos negamos a reventar.
El área patrimonial de Sucre, no va a poder aguantar nuestra indiferencia colectiva, sino empezamos a atender el resto de la ciudad vamos a perder uno de los lugares históricos más increíbles del mundo, ¿por qué? Por no poder superar nuestra mentalidad incapaz de entender que Sucre es más que la plaza y sus alrededores.






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