HOST PANDEMIA
- Mauricio Calvo Arancibia

- 22 mar 2022
- 3 Min. de lectura

Gabriela Hurtado Canseco - segunda mención manifiestos visuales
¿Y QUÉ HACEMOS CUANDO SENTIMOS QUE EL ESPACIO NO NOS PERTENECE?
SOMOS LOS TURISTAS DE NUESTRA PROPIA REALIDAD, EMPEZAMOS A DESCONOCER NUESTRO ENTORNO Y UN BUEN HOPEDADOR HACE DE LAS SUYAS PARA DARNOS ACOGIDA, PARA TRAERNOS DE REGRESO Y HACERNOS CONOCER LA CIUDAD, PERO ESTA VEZ A SU MANERA, BAJO SUS PROPIAS NORMAS…DICE SER UN ANFITRIÓN OMNIPRESENTE, PROMETE NO ABANDONARTE, PROMETE ESTAR CONTIGO AUNQUE NO LO SIENTAS, TE ESCUCHA, TE ATIENDE, TE INTEGRA Y SE DESPIDE DE TI HASTA LA PRÓXIMA.
Desde nuestra formación hasta nuestra propia experiencia con el espacio, nos dieron a entender que teníamos las herramientas necesarias para modificarlo y moldearlo a nuestro antojo, satisfaciendo nuestros gustos y todo lo que debería hacernos sentir en casa o al menos satisfechos… y no hablo de apropiarnos físicamente de él, firmar un contrato de compra, venta o alquiler, sino de sentirnos propietarios de un espacio a partir de acciones simples como comprarnos un sillón cómodo para ver una película o leer un libro, rodearnos de plantines para sentirnos mejor en contacto con lo natural, o tener un ventanal que al abrir nos permita dejar correr el viento o distraernos al observar la ciudad y su caos. Pero qué pasa cuando este espacio que parecía cobijarte deja de ser tuyo, no importa cuántas etiquetas decidas poner a todo objeto que encuentres a tu alrededor, todos siguen ahí, ocupando el lugar que decidiste para cada uno, pero sientes que ya no que te pertenecen y empiezas a sentirte dueño de lo ajeno.
Esa sensación extraña de pisar un lugar que no es tuyo, que le corresponde a alguien más, tanto así que empiezas a sentirte el huésped, el turista en una nueva ciudad. Entonces aparece la figura del hospedador, un anfitrión que hace todo lo posible por darte la bienvenida, te abraza y con un gesto amable te dice que hará todo lo que esté en sus manos por hacer de tu estadía una experiencia inolvidable, y vaya que inolvidable! Te aconseja sobre los lugares que puedes visitar al caminar por la ciudad y los horarios en que puedes hacerlo, empieza a organizar tu itinerario, lo controla todo, susurrándote al oído los cuidados que debes tener para no pecar de ingenuo.
Entonces te preparas para salir, inicia la aventura, de pronto sientes cómo el idioma que solías conocer va transformándose, ahora el idioma es el de las miradas y como todo visitante, toca acostumbrarse, sitio nuevo, nuevas reglas. Sales del refugio buscando espacios exteriores, porque los interiores carecen de sentido, te parecen oscuros, rutinarios, aburridos. Visitas sitios emblemáticos, espacios abiertos parques y plazas, que parecen estáticos, abstractos y deshumanizados. O es que acaso estamos en la antigua Grecia? Donde lo importante eran estas gigantes esculturas, templos y teatros hechos para los dioses, para ser admirados desde la lejanía y desde el exterior para dejarte sorprender por su escala y su grandeza? Y claro, para no romper con el encanto, nosotros como buenos griegos también en nuestra búsqueda de “ser bañados por la luz”, empezamos a ver lo externo, lo abierto, lo vivo como la única estrategia de sobrevivencia. Todo empieza a cobrar sentido, los espacios interiores son dejados de lado, como aquellos pendientes rezagados que piensas retomar cuando te sientas preparado.
Quizás algún día nos hagamos cargo de nuestra realidad, la única que existe y la única en la que podemos existir por el momento, para poder re plantear las soluciones que se nos instruyeron como libro de recetas, y pensar en hogares capaces de integrar estas nuevas realidades, hábitats con carácter evolutivo, y al mismo tiempo con memoria para que vuelvan a ser nuestros y para poder exigir la devolución de lo básico, hogares no para ser mostrados sino para ser vividos.
HOST PANDEMIA © 2022 by Gabriela Hurtado Canseco is licensed under CC BY-NC-ND 4.0






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