La Acrópolis de San Roque
- Mauricio Calvo Arancibia

- 12 sept 2021
- 3 Min. de lectura

El concepto de Acrópolis fue forjado en la antigua Grecia, pensada como último reducto defensivo al momento de que la ciudad fuera invadida, donde los ciudadanos podían defenderse del caos del exterior desde un punto elevado, cercano a una ladera, con una sola entrada la cual protegía ese espacio urbano distinto y aislado que se requería para sobrevivir.
Actualmente las dinámicas de las relaciones internacionales con respecto al actuar bélico han cambiado mucho y seguramente una bomba acabaría con cualquier Acrópolis, por lo que este espacio urbano, antaño vital para la subsistencia de una ciudad, ha desaparecido de las tramas urbanas en favor de otros espacios.
Pero a pesar de esta realidad la función de la Acrópolis sigue viva con algunos cambios, de hecho, tenemos una presente en nuestra ciudad.
Entendemos que la Acrópolis es un reducto defensivo de las amenazas del exterior, un lugar donde la dinámica de la ciudad puede mantenerse, pero que pasa cuando la vida dentro de la acrópolis se hace caótica, con sus propias reglas, peligrosa, distinta, entonces talvez la “amenaza” del exterior sea la vida ordenada o podríamos decir la vida con normas diferentes a la de la Acrópolis.
Es así que en la ciudad blanca de América tenemos nuestra propia Acrópolis, pero no porque lo hayamos planteado para defendernos de un ataque, sino porque ahí se ha diseñado de forma automática un mundo distinto con sus propias reglas, en un lugar elevado donde manda el más fuerte o el más influyente, así es, es la Acrópolis de San Roque.
La cárcel de San Roque en la ciudad de Sucre es un punto aislado en la ciudad, un lugar donde el orden interno es totalmente ajeno a lo establecido por el resto de la sociedad, los prisioneros son los ciudadanos de la Acrópolis y se defienden de ese orden exterior.
Supuestamente la prisión es para aislar, castigar, dar utilidad y en caso de ser posible reformar a aquellas personas que han cometido actos delictivos que han afectado a otras personas en favor del goce personal de estos ciudadanos delincuentes, pero en nuestra ciudad la dinámica es totalmente distinta, es como nuestra pequeña ciudad fortificada, colocada en la cima de Wayrapata rodeada de quebradas que la aíslan, pero no cumplen otros trabajos según lo que la gente espera realmente.
Es un espacio urbano conocido por todos por su mal funcionamiento, por su escaso orden real, por la perenne necesidad de un nuevo espacio y una nueva organización interna.
Tal vez el primer paso para ver la necesidad es reconocer el problema formalmente, nuestra cárcel es una fortificación de un orden urbano diferente, como una pequeña ciudad con sus propias normas y ciudadanos.
Seguido a esto debemos pensar en el siguiente paso buscar soluciones, pero todo pasa por el elemento que le permite tener esa característica, porque, por más concientizaciones que hagamos, más empatía que pongamos, más voluntad que exista de reintegración, sin una nueva edificación que cambie la dinámica de las relaciones sociales no cambiara nada, porque no olvidemos que las edificaciones pueden ser transmisores de mensajes y de poder y una Acrópolis es una edificación de poder de los que están adentro sobre los que están afuera, diferentes y fuera de contexto, así es, necesitamos una nueva CARCEL.
Indicados los dos primeros pasos sigue detallar la solución y exigirla, porque si solo se piensa en una solución, pero nunca se la lleva a cabo esta seguirá siendo solo una idea, y el imaginario que creamos no podrá ver la luz nunca.
Aún queda mucho por imaginar sobre este lugar, muchas cosas por hablar y por comentar, porque seguiremos imaginando la arquitectura de la Acrópolis de San Roque en la Cholé de Wayrapata, en la Polis de Sucre.
Desde Imaginarios Arquitectónicos abrimos este puente y este debate porque la prisión no solo es un elemento que ha llamado la atención del diseño por la cualidad del control de los carceleros sobre los presos, con la dificultad de siempre estar atentos, siempre verlos, plantear un laberinto lleno de trampas para dejarlos adentro; sino que, en nuestra ciudad, es una organización social y urbana diferente, protegida por 4 paredes en una colina.






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