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Un lugar donde la libertad queda privada o ¿Un lugar donde se debelan y se prohíben los derechos?

Actualizado: 24 ago 2022


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Sin hacer este escrito una descripción romantizada de una constatación de realidades complejas, que se pueden prestar a juicios valorativos diferentes y contradictorios, trataremos de cerrar esta serie abriendo nuevas series. Cuestionaremos, a partir de la carencia de uno o varios equipamientos penitenciarios, las desigualdades sociales que se reflejan en estos espacios olvidados, paradójicamente hasta por la justicia.


Lugares saturados de condenados sin condenas, de denigrantes condiciones de sobrevivencia, de atentado a los derechos humanos elementales y constitucionales. Lugares que representan un testimonio de la violación de derechos humanos (Pino 1995.)



¿Qué observamos cuando visitamos la Cárcel?


Cuando se visita la cárcel, el primer hecho a constatar es que ésta no se vincula con la sociedad, dicha sociedad donde se pretende reinsertar a los reclusos.

No existe comunicación ni dialogo alguno, no sabemos qué pasa dentro y ellos no saben que pasa afuera.


¿No sospechamos que hay un problema?

¡Estas personas volverán a vivir en sociedad!



También es curioso observar que a los privados de libertad de les llama Internos, cuando “interno”, se refiere a un alumno que vive en un establecimiento dedicado al enseñanza. Sin embargo, en las cárceles de Bolivia no se facilita ni posibilita a la educación, a la libertad cultural, tampoco se permite la posibilidad de organización, además se veda la libertad de movimiento.


¿Personas privadas de libertad? O ¿Personas privadas de derechos?


Bolivia cuenta con la Ley de Ejecución de Penas y Sistema Penitenciario, promulgado por Decreto Ley N° 11080 de 19 de septiembre de 1973, cuyo contenido tiene como finalidad la represión física de un individuo pero con posibilidades de reinserción a la sociedad como principal finalidad.

¿Pero existe educación e reinserción social?


¿Podemos pensar en esto detenidamente?


Utilizamos la prisión como depósitos, como una jaula, un viejo modelo normalizado.

Es evidente que existe un completo divorcio entre la legislación y la realidad cotidiana en los establecimientos penales.

¡En principio, es un acto anticonstitucional!



A partir de esta constatación consciente que, si bien se habla desde la libertad de quien no habita una cárcel, sin embargo, se hablara desde esa misma libertad que no puede ser completa y disfrutada, no cuando se observa la delgada línea de las posibilidades que se entrelazan.


Ahora bien, ¿En qué repercute la deficiente arquitectura de los centros penitenciarios con lo descrito?


El espacio entra directamente en relación con el tipo de enfoque de rehabilitación. Entonces, ¿Porque no existe un sistema penitenciario modelo o solamente queda éste en proyecto?

Además, ¿Por qué todos los proyectos están proyectadas hacia un alejamiento con la sociedad en la que finalmente se tendría que reinsertar al recluso?

Evidentemente no existe responsabilidad política y social. No para un estado Indolente y tampoco para una sociedad que no ve como prioridad invertir en personas que, desde su nacimiento, en su mayoría, han sido marginados. No vemos necesario exigir un equipamiento y una reforma a las cárceles ya que es parte del castigo autoimpuesto.



Estamos hablando de reacciones en cadena de una sociedad que se niega a ver entre la relación de desigualdad y un estado deshumanizado, con un sistema de justicia burocratizado que no puede prevenir, contener ni rehabilitará los centros penitenciarios.


Entonces, ¿Los presos también son víctimas?


Solemos pensar que los presos se merecen las carencias, violencia y sumisión por la que pasan, que ellos eligieron pasar por eso y que son merecedores de todo tipo de tortura. Sin embargo, me animo afirman que también son víctimas.


Víctimas de un sistema social, de un sistema económico, de un sistema cultural, de un sistema judicial, de un sistema penitenciario viciado.


La mayoría de ellos pertenecen a clases sociales criados en ambientes marginados, procedentes de familias desestructuradas. Sin duda los ambientes familiares, sociales y culturales condicionan el futuro.



Entonces las cárceles denotan las desigualdades educativas, económicas, de vivienda, de equipamiento de planificación urbana y de distribución de recursos.

Sin este tipo de carencias las prisiones sobrarían.



“si el problema de los presos es un problema social, si queremos erradicar o al menos reducir notablemente la marginación tendremos que modificar los factores sociales que la favorecen: las desigualdades educativas, las carencias y desigualdades económicas, las carencias y desigualdades en la vivienda, en el equipamiento de los barrios, etc.”

(José Luis Segovia)



¿Nuestra intención?

Sea como sea nos negamos a que todo siga igual, pero, ¿Por dónde empezar?

La respuesta es obvia. Imaginarlo, imaginarlo de la forma más utópica que podamos, cuestionarnos los procesos autoimpuestos e ignorados para luego poder plantear un equipamiento penitenciario modelo.

Se trata de luchar contra la exclusión, y si hablamos de exclusión, tenemos un buen punto de partida - Las cárceles de Bolivia.

 
 
 

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